Esferas de Diquís: enigma desvelado

Arqueólogos que trabajan con las esferas precolombinas del delta del Diquís, en Costa Rica, han determinado que eran signo de distinción en el pueblo indígena buruca, el cual las talló. En el pasado se creía que las esferas de roca escondían tesoros en su interior, y por eso fueron desplazadas de sus lugares de origen o destruidas por profanadores.

Las piedras Las esferas de piedra fueron halladas en 1939 y tienen un diámetro de entre 7 centímetros y 2,66 metros. de Diquís
Las esferas de piedra fueron halladas en 1939 y tienen un diámetro de entre 7 centímetros y 2,66 metros.

Las esferas –un símbolo costarricense y que aparecen en la primera película de la saga de ‘Indiana Jones’– se encuentran en cuatro zonas arqueológicas declaradas patrimonio mundial y denominadas Batamal, Finca 6, Grijalba 2 y El Silencio. Fue en Finca 6 donde se encontraron las esferas semienterradas, y allí se trabaja en la actualidad en su análisis y desenterramientos.

El arqueólogo Francisco Corrales, del Museo Nacional de Costa Rica, explicó: “Hemos estudiado el terreno en el que se encuentran más de 15 de estas esferas, y algunas están colocadas al costado de ramblas que acceden a edificios residenciales, como para dar la bienvenida. Se utilizaban como signo de jerarquía, rango y distinción”.

En esta opinión coincide la arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología de México Isabel Medina González, quien, además, es asesora del Museo Nacional de Costa Rica y dice que las esferas “son elementos fundamentales de estatus en las sociedades caciquiles precolombinas de Costa Rica”.

La arqueóloga e investigadora mexicana es tajante en su valoración: “Es una oportunidad increíble de estudiar estos elementos únicos en el mundo y, en particular, las cinco esferas parcialmente enterradas en Finca 6 y estudiar los mecanismos de deterioro y sus causas”.

El trabajo que hay que hacer es “liberar las esferas mediante una excavación arqueológica y microexcavación, con el fin de documentar su estado físico, tanto en la superficie superior expuesta como en la parte bajo tierra, con el objetivo de conformar un expediente del estado físico de cada una”, explicó.

“La decisión de mantener las esferas semienterradas creo que ha sido la adecuada por su conservación ‘in situ’ y su posterior estudio”, el cual se realiza con un equipo multidisciplinar del Museo Nacional de Costa Rica.

Las esferas fueron halladas en 1939 en zonas que estaban siendo deforestadas por una bananera estadounidense. Estas rocas tienen un diámetro de entre 7 centímetros y 2,66 metros, con un peso de hasta 16 toneladas.

Casi perfectas

Las esferas tienen una perfección increíble, dice Corrales, quien también estudia los instrumentos con los cuales se fabricaron. “Hemos encontrado las herramientas que se utilizaban cerca de las esferas y los instrumentos para darles el alisado. Hay esferas muy perfectas, de casi el 96 por ciento, y otras más bastas. Se fabricaban en varios materiales, rocas de granito y gabro, piedra caliza o arenisca, pero la mayor parte en gabro”, dijo el arqueólogo.

Esféricas piedras de Diquís
Las esferas de piedra fueron halladas en 1939 y tienen un diámetro de entre 7 centímetros y 2,66 metros.
Foto: Jeffrey Arguedas / EFE

“Se fabricaban con grandes bloques de piedras que se trasladaban hasta donde se colocaban, utilizando herramientas también de piedra, como martillos, y después se realizaba un trabajo más fino de pulido”, añade.

Según el arqueólogo, las sociedades indígenas trabajaron la piedra hace milenios. Alrededor del 400 a. C. empezaron la manufactura de las esferas, inspiradas, tal vez, en cantos rodados de los ríos.

Las esferas se encuentran en varios contextos, como en grupos de hasta 14 o 15, en áreas abiertas en las aldeas y en zonas periféricas. Las pequeñas, en contextos cerrados con fragmentos de esculturas, fueron halladas en tumbas.

Más allá de lo que digan los expertos, la existencia de las petroesferas da lugar a teorías de todo tipo. Por ejemplo, los antropólogos Ivar Zapp y George Erikson aseguran que son la prueba de que en el delta del Diquís se asentó una civilización.

En su obra ‘La Atlántida en América’ señalan que las petroesferas indicaban rutas marinas, como instrumentos de navegación, y que su alineación indicaba lugares como el estrecho de Gibraltar las pirámides de Egipto o la isla de Pascua. Otras teorías señalan a extraterrestres de haberlas trasladado desde algún lugar del universo, ya que consideran que el material con el cual están hechas no se encuentra en el delta del Diquís.

Las tradiciones orales y poblaciones indígenas justificaban la existencia de las esferas porque el dios Trueno las lanzaba a los huracanes para alejarlos con una gigantesca cerbatana.

EL TIEMPO
Con información de EFE y EDENEX

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