Huella de Cerro Pajarillo y Las Caras de la Realidad ESTRENO hoy en “La Señal”

La Señal
ESTRENO EN EDENEX

HOY en La Señal (ciencia y misterios):
LA HUELLA DEL MONTE PAJARILLO ¿MENTIRAS O MISTERIOS? con Fernando Diz. También: “Capas de la Realidad”, La Niebla, Noticias, “Consejos Saludables” con Mike Pumilla y AREA-X con Daniel Valverdi.
¡Y mucho más!

John Keel
John Alva Keel, nacido el 25 de marzo de 1930 y fallecido el 3 de julio de 2009,  fue un investigador forteano, escritor y periodista. Keel comenzó a escribir de forma profesional a la edad de 12 años, y fue muy conocido por sus escritos sobre objetos voladores no identificados, el Mothman de West Virginia y otras temáticas paranormales.
Keel fue uno de los ufólogos más influyentes desde la década de los 70. Aunque sus propios conocimientos sobre los ovnis y otros fenómenos anómalos asociados, se fueron desarrollando de forma gradual desde mediados de los 60, Keel todavía a día de hoy era uno de los ufólogos más originales y polémicos. Fue su segundo libro, Ovnis: operación Caballo de Troya (1970), el que popularizó la idea de que muchos de los aspectos de los informes ovni contemporáneos, incluidos encuentros con humanoides, a menudo son confundidos con el folclore antiguo y apariciones religiosas.
Keel acuñó el término hombres de negro para describir las misteriosas figuras que se dice que acosan a los testigos ovni, y argumentaba que hay una relación directa entre los ovni y los fenómenos psíquicos. John Keel no se llamaba a sí mismo ufólogo, prefería el término Forteano, el cual aglutina un mayor rango de temas paranormales.

El misterio del ovni del cerro Pajarillo

Si hubo un acontecimiento que puso a Capilla del Monte y el enigma de la presunta ciudad intraterrena de Erks en el mapa ufológico mundial, fue, sin duda, el incidente del cerro Pajarillo. Hasta el día de hoy todos hablan de la aparición de aquella nave desconocida, y la inmensa huella que habría dejado en uno de los cerros aledaños al Uritorco, convirtiendo la zona en una suerte de “Roswell argentino”. Para los escépticos, sólo fue un incendio provocado para atraer turistas. ¿Qué fue lo que realmente ocurrió?

El incidente: ¿un ovni, o hechura humana?

Según se cuenta, el 9 de enero 1986, un ovni brillante aparece en el cielo y se aproxima al cerro Pajarillo. Allí depositará su energía para dejar una “huella” imposible: una figura circular ­–en realidad, una elipse– de 122 metros de largo por 64 de ancho. Tres testigos pudieron presenciar el paso de la supuesta nave y constatarían luego la impronta que la misma habría dejado en tierra. Una prueba contundente, para muchos, de que algo “no-humano” había estado allí.

Sin embargo, con el tiempo surgieron otras versiones que le daban un origen “humano” al incidente. La observación del presunto ovni fue una confusión y la “mancha” fue producto de un incendio provocado para crear un foco de atención ufológico en Capilla del Monte y atraer el turismo. Así se lo confesó Roberto Basso al investigador y periodista argentino Alejandro Agostinelli diez años más tarde de haber ocurrido los acontecimientos. Lamentablemente Basso, que era el encargado del cine Enrique Muiño de Capilla del Monte, falleció. Su declaración es un misterio. Luego aparecieron los presuntos protagonistas del incendio orquestado en el cerro Pajarillo, describiendo cómo lo hicieron pero guardando su anonimato. No hay datos exactos de sus nombres, o algún vídeo concreto que lo pruebe. Solo el testimonio, tan cuestionable como la propia descripción del ovni. El asunto del Pajarillo es muy complejo.

Incluso, he escuchado otras teorías de lo más singulares, como que no se trató de un incendio provocado, sino de un experimento fallido con un misil… Se supone que se trataba del proyecto Cóndor, que estaba destinado fundamentalmente al desarrollo de un motor cohete, y utilizarlo para investigaciones atmosféricas, con un apogeo de 300 km y una carga de pago de alrededor de 400-500 kg. Se dice que los primeros ensayos estáticos del motor se realizaron a mediados de 1983, y se tenía planeado lanzar el primer Condor I hacia fines de 1985, cosa que, oficialmente, nunca sucedió. Los teóricos de las conspiraciones piensan que sí se llevaron a cabo los experimentos con el misil desde una base militar en Córdoba en enero de 1986. La “huella del Pajarillo” era el resultado de la prueba del cohete…

 

Arriba: Misil “Condor I” en Córdoba, Argentina, con ojiva cónica recubierta en aluminio y fibra de vidrio. Ver la persona de pie al fondo, casi detrás del misil, para dar una idea de su enorme tamaño. En la punta de la ojiva se nota la falta de la punta de acero inoxidable que se utiliza como sumidero de calor por efecto de rozamiento cinemático.

Antes tantas hipótesis –algunas de ellas las considero aún más descabelladas que la propia aparición del ovni–, repasemos los acontecimientos que brindan otra visión del incidente.

Una huella “imposible”.

Además de la huella del presunto ovni, los protagonistas del extraordinario avistamiento hallarían una serie de sauces que quedaron amarillentos en la zona del contacto, cayéndoseles las hojas posteriormente, como si se les hubiese succionado toda la clorofila. Así lo señalaron los primeros investigadores del caso. Además, por si ello fuera poco, en agosto de ese mismo año 1986, la misma huella dio que hablar cuando un incendio –y este probado de que fue “humano”– quemó 20 kilómetros de sierra, y los 122 metros de la huella del Pajarillo permanecieron intactos, siendo que las matas que había en ella eran tan combustibles como las que se hallaban alrededor. ¿Cómo fue posible?

El desaparecido investigador Jorge Suárez –un gran amigo, a quien tenemos en nuestro corazón con los mejores recuerdos–, fue un testigo directo de estos acontecimientos. El CIO (Centro de Informes Ovni), que continúa operando en Capilla del Monte gracias a su mujer, Luz Mary López, reunió abundante información sobre el incidente como para concluir de que era auténtico. Obviamente, esta opinión no necesariamente fue compartida con otros estudiosos ovni de Capilla del Monte, por lo que hasta el día de hoy, aún luego de la partida de Suárez, el incidente del Pajarillo sigue despertando intensos debates.

Veamos en detalle su historia, reconstruida por el CIO luego de una profunda investigación:

La noche del 9 de enero de 1986, en una finca rural ubicada a metros de la ruta provincial 17, que corre paralela a la sierra del Pajarillo y que une la ruta nacional 38 con el paraje conocido como las grutas de Ongamira, se encontraban tres integrantes de la familia Gómez: Doña Esperanza, su hermana Sara –que residía en Buenos Aires– y su nieto Gabriel, de 12 años de edad, que vivía en la vecina localidad de Cruz del Eje y, como todos los veranos, pasaba sus vacaciones en casa de su abuela.

Pasadas las 10:00 pm, la familia se hallaba a la luz de un farol de kerosene, ya que por aquellos años la casa no tenía energía eléctrica. Jugaban en ese momento una partida de naipes. La noche era muy calurosa como corresponde a la época estival de la región al norte del valle de Punilla, por ello las puertas y ventanas de la modesta vivienda se encontraban abiertas.

De pronto, doña Esperanza cree escuchar el ruido de un auto que parecía llegar a la finca. Al fijar su atención en ese sonido, interrumpió el juego. Sara y Gabriel también habían escuchado ese ruido. A continuación vieron que una potente luz roja, penetrando por ventanas y puertas, iluminó toda la habitación. Sorprendidos, se incorporaron de sus sillas y se dirigieron hacia la ventana que da al frente de la casa, y vieron una luz roja muy grande que corría de un lado al otro por las lomadas del Pajarillo y, momentos después, la vieron sobrevolar la chacra para luego “posarse” sobre el sauce que se encontraba a unos diez metros de la casa (Nota: si fue el misil cóndor, la NASA hubiese temblado al ver todos los movimientos “inteligentes” que hacía el cohete argentino). Doña Esperanza sintió mucho miedo ya que pensó que esa luz podía dejarlos ciegos. Según ella, era verdaderamente enceguecedora.

Junto a Sara, se retiró a las habitaciones interiores, mientras llamaban enérgicamente a Gabriel, que se había quedado inmovilizado en la ventana, observando ese extraño objeto que tanto pánico le había provocado a su abuela y a su tía.

Entonces, Doña Esperanza le dijo a Gabriel si quería cerrar la ventana.

Cuando fue a cerrarla, a través de la reja, el joven vio en mayor detalle al desconocido visitante:

Era una cosa redonda con esas ventanillas. A la altura de éstas, alumbraba la luz roja y la de arriba era clarita. Me dio mucho miedo.  Luego de cerrar la ventana me acosté, pero la observé por la ventana de mi habitación, mientras pensaba que el ruido que escuchamos al principio pudo ser un auto, pero nada tenía que ver con la luz que vi, porque ésta no hacía ruido… Sí realizaba constantes cambios de luces; inclusive cuando se apagaba, se apreciaba una pelota achatada que mostraba desde los bordes externos unas líneas de luz blanca, como tubos fluorescentes que se dirigían a su centro. Mi abuela no cree en estas cosas pero lo que vi no era un avión y no hacía ruido”, afirmó Gabriel al CIO.

A la mañana siguiente, llegó a la casa el hijo de Doña Esperanza, Manuel Gómez, que regresaba de su trabajo nocturno, y al pasar por la ruta frente al Pajarillo, observó una extraña mancha ovoide de color negro sobre la ladera sur-este del cerro. Al comentar luego con su familia esta circunstancia, le relataron la noche de miedo que habían pasado. Gabriel se interesó por la ubicación de la extraña huella y así pudo certificar que estaba en el mismo punto desde donde él creyó ver venir el objeto en dirección a la casa de su abuela…

Fue tanta la sorpresa de Manuel por el relato de su familia y la aparición de esa fracción de pastos quemados en la sierra, que decidió ensillar dos caballos y, acompañado de Gabriel, se dirigieron al lugar.

El primer intento fue fallido, ya que equivocaron la senda. Por eso, un tanto desilusionados, regresaron, pero con la fiel promesa de volverlo a intentar al día siguiente. Así fue como, por fin, bien orientados, llegaron al lugar.

A Gabriel le pareció raro lo que veía: estaba todo quemado en una gran superficie, pero de una forma curiosa, ya que la paja brava estaba quemada en la parte superior, y de abajo, nada; algo muy diferente a los acostumbrados incendios forestales que son tan frecuentes en la zona. El lugar había sido “quemado” desde arriba.

Días después, Jorge Suárez, entonces Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Capilla del Monte, se tropieza con este caso: “Una mañana llegó a mi despacho un vecino relatándome que en la zona del Pajarillo había aparecido una extraña mancha quemada, justo frente a la finca de los Gómez. Esto, no sé por qué, me llamó la atención, y comenté el incidente con el señor Intendente, Don Diego Sez, quien casualmente era amigo personal de la familia Gómez”.

Suárez continúa el relato:

“Y de pura curiosidad organizamos una excursión a la zona. La comitiva se completó con la presencia del entonces Diputado provincial Andrés Argañaraz, el fotógrafo Municipal Don Raúl Ochonga, el señor Intendente, el menor de sus hijos, y yo. Cuando llegamos a la zona estaba lloviendo, y las nubes tenían un plafón muy bajo. Llegamos a la finca donde nos recibió Doña Esperanza amablemente, a quien interrogamos sobre lo sucedido días atrás.

Doña Esperanza nos relató todo el miedo que habían vivido aquella noche, pero nos sugirió que habláramos con Gabriel, ya que él era quien más sabía del suceso. Para ello teníamos que desplazarnos unos kilómetros hacia Ongamira, donde el niño se encontraba jugando con unos amiguitos. Y hacia allí nos dirigimos.

Hallamos a Gabriel compartiendo con sus amistades. Este era un chico común, con esa imagen de ingenuidad que tienen los niños de su edad en esta parte de Córdoba. Nos narró con total simpleza los hechos ocurridos en la noche del 9 de enero; inclusive dibujó en el suelo arenoso del lugar la forma del objeto que vio aquella noche…”

Arriba: Jorge Suárez reunido con la familia que fue testigo del ovni. Gabriel dibuja en el piso lo que vio. En tiempos más recientes, se ha querido cuestionar el testimonio original de Gabriel, y hasta el de Doña Esperanza, que pese a haber fallecido, disponemos de entrevistas en vídeo en donde describe el objeto.

Jorge Suárez, luego de ver la extraordinaria huella, al llegar a Capilla del Monte informó el incidente ovni a la radio de la Universidad de Córdoba. Así, el conductor del programa le permitió a Suárez salir al aire para contar lo sucedido en el cerro Pajarillo. Este informe lo copió la agencia de noticias TELAM, que lo transmitió a todo el país y al mundo. Y como era de esperarse, a los pocos días, una legión de periodistas, investigadores ovni y curiosos, empezó a llegar a Capilla del Monte. La localidad nunca sería la misma.

El propio Jorge, en enero de 2012 –dos meses antes de su fallecimiento–, me afirmaba en las oficinas del CIO que en 1986 alrededor de 400 personas subían el cerro Uritorco cada año. Actualmente lo hacen más de 100.000 excursionistas…

El cable de la Agencia TELAM que despertó la “fiebre” por Capilla del Monte, fue el siguiente:

Capilla del Monte, Córdoba, enero de 1986 (TELAM)

“Un objeto volador no identificado de grandes dimensiones, cuyas evoluciones fueron observadas por espacio de una hora, descendió en la ladera de una de las lomas de la Sierra del Pajarillo, a unos 12 kilómetros al noreste de Capilla del Monte. La nave, luego de un tiempo no precisado, se elevó velozmente dejando la maleza totalmente quemada en un diámetro de 100 metros, según aseguró a Telam el secretario de Gobierno de la comuna local, Jorge Suárez. El fenómeno se produjo a las 23 del jueves último, ante la mirada de varios lugareños. Uno de ellos un chico de unos 8 ó 9 años, quien luego dibujó el extraño objeto, dándole forma circular, con numerosas ventanillas, despidiendo luces de colores brillantes que viraban entre el blanco, azul y naranja. Al trascender la insólita aparición, el intendente local, Diego Sez, acompañado por Suárez y el diputado provincial Heráclio Argañaraz (UCR), quien se encontraba de vacaciones en esa localidad serrana, se dirigieron al lugar, comprobando la veracidad de los dichos, en cuanto a la quemazón de maleza. Según relato de testigos, la evolución del objeto se produjo a unos dos kilómetros del camino que une Charbonier-Quebrada de Luna- Ongamira, a unos seis kilómetros a la derecha de la Ruta Nacional 38, cuyo cruce se encuentra a unos ocho kilómetros de Capilla del Monte. La zona se conoce como Sierra del Pajarillo. Allí unos pocos lugareños -habitan la zona tres familias típicamente serranas-, vieron que un inmenso “aparato” perdía altura y se mantenía por alrededor de una hora sobre una de las lomas, de vegetación muy baja y achaparrada, a unos dos kilómetros del lugar de observación. Luego de hacer evoluciones muy lentas, el objeto descendió aparentemente en la ladera opuesta y posteriormente se elevó velozmente para desaparecer en el firmamento. Desde su ubicación, los atónitos testigos notaron el incendio de la maleza y al llegar allí comprobaron que la misma estaba quemada en un diámetro casi perfecto de 100 metros. Asimismo, notaron que en otra loma vecina, dentro de un grupo de árboles típicos de la región se encontraba un sauce que -sin haberse quemado-, había cambiado la coloración verde de su follaje tornándose rojizo y luego amarillento “como si le hubieran echado ácido”. El funcionario comunal, Jorge  Suárez, confirmó a Telam que la maleza se encontraba quemada “de arriba hacia abajo, chamuscada, en un radio que medimos y nos dio entre 49 y 50 metros, por lo que resulta una circunferencia de 100 metros”. Luego agregó: “la gente del lugar no especula con estas cosas. Es muy tranquila, pero al abordar este tema se inquieta mucho. No es miedo, sólo temor a lo desconocido”.

El enigma de los avistamientos ovnis en las sierras de Capilla del Monte invita a pensar en una posible relación con la presunta ciudad intraterrena de Erks. Tal vez, aquellas naves no provenían del cosmos, sino del “interior”. También es posible que esos objetos sean, como dijimos anteriormente, “vigilantes” de las entradas de la ciudad intraterrena. En otras palabras: “ellos” no venían, ya estaban aquí.

Muchos especialistas del fenómeno ovni han acudido a la zona para investigar. Especialmente luego del sonado incidente del Pajarillo. Entre ellos, arribaron el periodista español J.J.Benítez y el Dr. Fernando Jiménez del Oso. Llegaron a Capilla del Monte cuatro años después de haber ocurrido el incidente. La huella, aunque debil, aún se podía ver. Ambos estudiosos quedaron maravillados y, como anécdota, el técnico de sonido de los periodistas –estaban grabado un documental de TV– captó “interferencias” en la zona.

Ver: https://www.youtube.com/watch?v=VnX_WThu5EA

Arriba: La huella del Pajarillo permaneció intacta luego de un incendio. Ricardo González con Jorge Suárez y Luz Mary López en las puertas del CIO de Capilla del Monte y el testimonio de Gabriel en la prensa.

Como el lector podrá adivinar, resultó difícil esquivar el tema de la huella del Pajarillo en los distintos congresos ovni que se realizan en Capilla del Monte. Opiniones para todos los gustos. Pero recuerdo especialmente el congreso de 2003, en donde participé como expositor. Allí, investigadores argentinos como Gustavo Fernández y Antonio Las Heras pidieron disculpas públicamente en el auditorio por haber cuestionado el incidente del cerro Pajarillo. Jorge Suárez, sentado, escuchaba emocionado los discursos. Me pregunto si actualmente todos siguen pensando lo mismo. Como fuese, Gustavo y Antonio son dos grandísimos investigadores que aprecio mucho.

De lo que no hay duda es que la huella del Pajarillo disparó el misterio de Erks a escala mundial.

De hecho, Jorge Suárez se preguntaba hasta los últimos días de su vida por qué el presunto ovni “marcó” el cerro Pajarillo y no el Uritorco, esa silueta de 1.979 metros que se ha constituido en el emblema del misterio en Capilla del Monte. Para Suárez, si existía Erks, o una base de ovnis en la región, el Uritorco no era la principal “entrada”.  Ni siquiera Los Terrones, donde en el pasado Acoglanis invocaba a través de mantras desconocidos a las “luces cósmicas”. En muchos aspectos pienso como Suárez: hay diferentes “accesos” hacia Erks, no uno solo. En tiempos de Acoglanis Los Terrones era un lugar muy activo. En ciertas condiciones, incluso hoy, sigue siendo importante acudir allí –sabemos que en la intimidad de la noche las experiencias continúan­–. Pero no con la intensidad de antes.

Y del cerro Uritorco, hoy convertido en un lugar de ascenso turístico, y privado, no hace falta dar mayor explicación. Las condiciones de contacto allí son más que limitadas.

Sin duda, hay otros lugares que permiten conectarse con los guardianes de la “Ciudad de la Flama Azul”. Podríamos citar más de uno. Pero si tenemos que elegir un enclave de todos ellos, señalaríamos las grutas de Ongamira. Allí también numerosos testigos han reportado importantes avistamientos ovni.

Curiosamente fue allí, en Ongamira, donde Gabriel, uno de los protagonistas de la presunta nave del Pajarillo, contó su extraordinaria historia al recordado investigador Jorge Suárez.

Pero todo esto plantea otras interrogantes desde el punto de vista del contactismo: Si seres de Erks, como Sikuma, Sarumah o Epanticuama, pueden “manifestarse” como “esferas de energía”, ¿quiénes se mueven dentro de esos vehículos sólidos que han sido vistos y fotografiados en Capilla del Monte?

Diré por último: no defiendo la huella del Pajarillo como una evidencia tangible de un contacto extraterrestre. Pero también debo decir que las otras “explicaciones” tienen sus puntos flojos; “detalles” que han sido ignorados por los “investigadores” escépticos que creen que el cuestionar todo desmedidamente les hace “más serios”. He leído cada disparate en sus blogs…

La huella del Pajarillo sigue siendo un enigma. Seguirá alentando debates y charlas de café en los bares de la calle techada de Capilla del Monte.

Pero sí estoy seguro de algo: el contacto en los territorios del sagrado cerro Uritorco no empezó con el polémico incidente del Pajarillo. Es más antiguo. Incluso antes de la aparición de los comechingones, la etnia que habitó esas sierras siglos atrás.

Hay un secreto en esas tierras. Un contacto que se remonta más allá de nuestras memorias. Un contacto que aún hoy continúa, al margen de cuál sea nuestra opinión sobre una “huella”…

A veces, por ver el árbol, no vemos el bosque…

Fuentes: Artículo basado en el libro de Ricardo González (co-escrito con Roberto Villamil) “Las Luces de Erks”, Ecis Publicaciones, Buenos Aires, 2012 –  www.legadocosmico.com – La Señal, Ciencia y Misterios  Fernando Silva.

 

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