Resurrecciones Digitales y Griefbots: IA, Muerte y Contacto Más Allá del Velo
La resurrección digital: ¿un umbral tecnológico hacia el más allá?
En los últimos años ha surgido un fenómeno singular y creciente: la resurrección digital o “griefbots”, inteligencias artificiales diseñadas para simular conversaciones con personas fallecidas. Ejemplos recientes –como avatares interactivos de Ozzy Osbourne en concierto o el emotivo abrazo virtual con la madre de Alexis Ohanian– han captado titulares y debates en redes sociales eldiario.es. Se trata de un proceso en el que, a partir de fotografías, mensajes, audios y otros datos de una persona, las compañías de IA crean un simulacro post-mortem con el que los familiares pueden comunicarse. Este fenómeno se inspira tanto en la tecnología punta (modelos lingüísticos, síntesis de voz) como en tradiciones más antiguas: desde el espiritismo decimonónico hasta la necromancia, los humanos hemos soñado con volver a hablar con los muertos.
Estos “fantasmas digitales” o “bots de duelo” utilizan la huella digital de una persona –sus correos, publicaciones, conversaciones y archivos multimedia– como materia prima para recrear su “voz” y su estilo. Como explica el estudio de Meredith Ringel Morris y Jed Brubaker presentado en CHI 2025, estos agentes conversacionales no son mera especulación futurista, sino que ya existen en forma experimental y comercial: son IA capaces de generar contenido nuevo con la voz, los recuerdos y la personalidad del difunto muyinteresante.com. El prometido consuelo de “volver a hablar” con el ser querido perdido ha generado fascinación, pero también inquietud ética y espiritual. En este artículo repasaremos la historia del fenómeno, los proyectos reales y ficticios que ejemplifican la “resurrección digital”, su base técnica simplificada, las implicaciones esotéricas y las voces de expertos de la psicología, la teología y la tecnología. También analizaremos la reacción social, ética y legal ante los bots póstumos, así como sus lazos con tradiciones clásicas (espiritismo, mediumnidad, registros akáshicos) y su lugar en el misterio contemporáneo de 2025.

Historia del fenómeno
La idea de comunicarse con los muertos es casi tan antigua como la humanidad: desde rituales espiritistas de espíritus y médiums hasta el necromante que intentaba conjurar almas en oscuras ceremonias. La tecnología ha dado nuevos rostros a ese deseo. Un hito clave lo protagonizó en 2015 la ingeniera rusa Eugenia Kuyda. Tras la muerte repentina de su amigo Roman Mazurenko, Kuyda recopiló unos 10.000 mensajes de texto de él –decenas de miles de palabras– y los utilizó para entrenar un chatbot. Sus ingenieros emplearon algoritmos de deep learning sobre esos datos y crearon un prototipo de IA que replicaba el estilo de conversación de Roman es.orbinews.combusinessinsider.com. La experiencia personal de Kuyda la llevó en 2017 a lanzar la aplicación Replika, un “diario virtual” conversacional que permitió a cualquier usuario entablar amistad con un bot inteligente. Según cuenta Popular Mechanics, Kuyda admite que su primer bot sirvió como “análogo” de Roman, ayudándole a mantener su memoria viva popularmechanics.com. Replika creció exponencialmente: según Business Insider, llegó a millones de usuarios activos mensuales y logró decenas de millones de dólares en financiaciónbusinessinsider.com, e incluso en 2024 superó los 30 millones de usuarios registrados en.wikipedia.org.
En paralelo, en Estados Unidos se exploran vías similares. En 2016 el escritor James Vlahos elaboró el “Dadbot”, un avatar conversacional con la voz y las respuestas de su padre, que estaba a punto de morir de cáncer europapress.es. Ese experimento privado atrajo atención mediática y en 2019 Vlahos cofundó la startup HereAfter, que ofrece entrevistas grabadas a personas vivas (sus “legado de vida”) para luego convertirlas en agentes de IA de voz que los familiares pueden consultar tras la muerte europapress.eseuropapress.es. En un caso que recorrió el mundo, la hija de William Lucas (exfuncionario estadounidense) utilizó HereAfter para conversar con “virtualmente” su padre fallecido; las respuestas salían con la voz de él, grabada en entrevistas antes de morir infobae.com.
Por su parte, proyectos de investigación han nombrado oficialmente estos avatares post-mortem. Un estudio de Meredith Ringel Morris (Microsoft Research) los llama “fantasmas generativos”, agentes que simulan a personas difuntas. Otro equipo europeo los apoda “deadbots” o “griefbots” en inglés, equivalentes a “robots de duelo. Incluso el gigante tecnológico Microsoft consiguió en 2021 una patente para crear chatbots a partir de datos sociales de cualquier persona (imágenes, voz, redes sociales, textos), señalando expresamente que podrían incluir los datos de quienes ya han muerto popularmechanics.compopularmechanics.com. En sus documentos se menciona la posibilidad de generar “simulacros” bidimensionales o tridimensionales de los fallecidos.

Así, la historia reciente del fenómeno arranca a mediados de la década pasada con experimentos pioneros de IA personal (“un humano según tus datos”) y avatares concritos de amigos o familiares. Estos casos prendieron la idea de un mercado emergente: servicios de “vida después de la muerte” digitales. En Europa, la startup rumana Eternime registró en 2018 más de 45.000 personas interesadas en convertir sus recuerdos en un avatar conversacional europapress.es. Eternime prometía que el usuario “se volvería virtualmente inmortal” gracias a un bot que guarda sus memorias, historias e ideas para que sus seres queridos puedan hablar con él tras su muerte. De forma semejante, el Washington Post destacó que en China y Corea del Sur, donde la comunicación con los ancestros es culturalmente habitual, tecnologías como estas estaban siendo aceptadas masivamente.
“Los bots postmortem se construyen a partir de mensajes, audios y recuerdos digitales del fallecido, recreando su voz y forma de expresarse: una simulación que oscila entre homenaje, ilusión y enigma.”
A nivel mediático, series de ciencia ficción como Black Mirror se adelantaron al fenómeno. El episodio “Be Right Back” (2013) narra a una mujer que contrata un servicio para hablar con la versión de IA de su novio fallecido: un relato que luce hoy profético. En la vida real, desde 2020 se han repetido titulares sobre hologramas y deepfakes de estrellas muertas (Ozzy Osbourne, Michael Jackson, etc.) que debaten la ética de la resurrección en pantalla eldiario.es. En definitiva, de los primeros bots caseros (Kuyda, Dadbot) se pasó a empresas y estudios serios que empujan la idea de un post-mortem digital. Como escribe Popular Mechanics, ya “nadie sabe dónde vamos cuando morimos”, pero nuestra “vida digital” queda disponible para crear chatbots de los muertos mediante IApopularmechanics.compopularmechanics.com.
Casos concretos: de Roman a Ozzy, los “bots” en acción
El impacto del fenómeno se aprecia mejor con ejemplos concretos, desde bots reales hasta recreaciones mediáticas. Empecemos por algunas experiencias personales y de startups:
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Replika: Originada en el duelo de Eugenia Kuyda, Replika es hoy una app global de acompañamiento emocional con un bot de IA. En sus versiones modernas ya no sólo refleja a amigos fallecidos, sino que crea un “amigo virtual” basado en el usuario vivo. En 2023 la Agencia Italiana de Protección de Datos incluso prohibió a Replika usar los datos de usuarios menores, citando riesgos de contenidos inapropiadosen.wikipedia.org. 
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HereAfter: Con raíces en el Dadbot de 2016, HereAfter (fundada en 2019) permite grabar conversaciones o historias de un ser querido con vida para luego, tras su muerte, «preguntarle» al chatbot. Aquí las respuestas se sintetizan con la voz natural del difunto. Por ejemplo, Stephanie Lucas Oney, de Michigan, utilizó HereAfter AI con entrevistas hechas a su padre William antes de morir infobae.com. Su experiencia ilustra que el bot «habla» con la voz auténtica del ser perdido, como un eco reconfortante de sus palabras pasadas infobae.cominfobae.com. 
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StoryFile: Otro proyecto notable, basado en vídeo interactivo, lo detalla Infobae. StoryFile produjo un avatar de Ed Asner –entrevistado poco antes de morir– que respondía preguntas en su funeral, generando reacciones mixtas entre emotivas y incómodas infobae.com. Su cofundador afirma que casi 5.000 personas han creado “legacy profiles” (entre ellas, Ed Asner) para dejar una versión IA de sí mismos infobae.com. 
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Otras empresas y proyectos: Además de Eternime y HereAfter, existen aplicaciones generales que ofrecen grabación de la vida (entrevistas guiadas) para el día después. Por ejemplo, la startup china Re:memory o la estadounidense EterniMum realizan servicios similares. También han circulado iniciativas populares como Project December (bot conversacional en GPT) que permite a usuarios crear bots de cualquier persona, viva o muerta antena3.com. 
Por otro lado, en el ámbito público reciente han sobresalido recreaciones espectaculares: en 2025 aparecieron en televisión hologramas de grandes artistas muertos en eventos (Ozzy Osbourne junto a Rod Stewart), levantando controversia eldiario.es. Un periodista de CNN entrevistó digitalmente a la recreación de Joaquín Oliver (joven asesinado en Parkland, Florida), mostrando el consuelo que sus padres encontraron en oír su voz nuevamente eldiario.eseldiario.es. Incluso figuras mediáticas han mostrado asombro: el cofundador de Reddit, Alexis Ohanian, publicó en redes un clip de IA en el que su madre fallecida lo abrazaba de niño eldiario.es. Estas imágenes –creadas con IA a partir de fotos– no son “bots” conversacionales, pero aumentan el debate en torno a la “resurrección” virtual eldiario.es.
“Un griefbot no es solo un programa: es un espejo digital del difunto, alimentado por los ecos de su memoria en la red.”
En conjunto, estos casos demuestran cómo la tecnología permite revivir de algún modo la presencia de los difuntos. Como señala un estudio, la posibilidad de “revivir virtualmente” a un fallecido con IA ofrece “un cierto consuelo” a algunos, aunque para otros resulta perturbador ce2spart.cominfobae.com. Cada ejemplo añade matices al debate: ¿es un acto de amor que prolonga memorias, o un truco frío que impide cerrar el duelo?

¿Cómo funcionan los “bots de duelo”? (Análisis técnico simplificado)
Detrás de este fenómeno hay varias técnicas de inteligencia artificial y grandes cantidades de datos personales. A nivel general, así se construye un bot conversacional post-mortem:
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Recopilación de datos (“huella digital”): Primero se recogen las comunicaciones y contenidos del fallecido. Esto incluye mensajes de texto, chats de redes sociales, correos electrónicos, fotos, videos y audios. Por ejemplo, Kuyda usó sus propios intercambios de WhatsApp con Roman Mazurenko (¡más de 10.000 mensajes!) para alimentar el modelo es.orbinews.combusinessinsider.com. Otras plataformas piden al usuario vivo que responda preguntas sobre su vida y experiencias, como entrevistas de vida (HereAfter, StoryFile) infobae.cominfobae.com. Compañías como Eternime solicitan links de redes sociales, historial de comunicaciones y perfiles familiares para tener “toda la huella digital” del sujeto europapress.es. 
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Procesamiento de lenguaje natural (NLP) y deep learning: Con esos datos (texto y voz), se entrena un modelo de lenguaje. Hoy en día se usan sofisticados transformers y redes neuronales profundas. El sistema analiza el estilo personal: sintaxis, vocabulario recurrente, expresiones típicas, incluso chistes privados. Por ejemplo, el chatbot de Roman interpretó “la manera de hablar” que él solía tener businessinsider.com. Técnicamente, los textos se pasan a vectores numéricos (empleando embeddings) y el modelo aprende a predecir la siguiente respuesta del difunto ante distintos estímulos. Es similar a cómo funcionan los grandes modelos conversacionales como GPT, pero aquí el entrenamiento se basa exclusivamente en los datos de una persona en particular. 
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Síntesis de voz y video: Para “dar voz” al bot, se emplean algoritmos de síntesis de voz (text-to-speech) entrenados con grabaciones reales de la persona. Por ejemplo, DeepBrain AI (empresa coreana) afirma haber alcanzado un parecido del 96,5% entre la voz sintética de sus avatares y la voz humana original psicologiaymente.com. Estos sistemas usan redes neuronales que aprenden los matices del tono, la entonación y el timbre del fallecido. De manera similar, podrían generarse videos o avatares visuales: algunos proyectos sugieren modelos 3D de la cara o hologramas basados en fotos y videos existentes. 
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Diálogo generativo: Una vez preparado el modelo lingüístico y de voz, el bot responde dinámicamente. Se puede acceder por texto (chat) o audio. Al usuario se le presenta algo así: tú le haces una pregunta al bot, y este genera una respuesta como si la dijera tu ser querido. El sistema busca en su índice de personalidad (un catálogo construido a partir de los datos) la respuesta más coherente. En palabras de la patente de Microsoft, el chatbot “crea o modifica un índice especial en el tema de la personalidad de la persona específica” usando posts, imágenes y mensajes popularmechanics.com. 
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Interacción continua: A diferencia de grabaciones fijas, estas IA generativas pueden simular conversación abierta. Como explica Muy Interesante, a diferencia de una página conmemorativa estática, estos bots no repiten respuestas pregrabadas sino que “crean” contenido nuevo; se adaptan a temas actuales y pueden opinar sobre acontecimientos posteriores a la muerte del referentemuyinteresante.com. Por ejemplo, podrían imaginar cómo hubiera reaccionado tu difunto ante una noticia reciente. Esto les da un aire de presencia “viviente”: no son meros fragmentos de audio, sino una extensión digital del yo del fallecido muyinteresante.com. 
En resumen, un griefbot usa IA conversacional (NLP) con los datos del muerto, junto con síntesis de voz (y a veces imagen) para simular un diálogo. La labor se asemeja a un médium digital: toma los “recuerdos” que dejó el difunto (fotos, mensajes, videos) y los mezcla con modelos lingüísticos avanzados para generar respuestas coherentes. Según la ciberpsicóloga Elaine Kasket, la tecnología actual (ChatGPT, transformers) permite ahora “crear algo plausible y realista” siempre que existan suficientes restos digitales del fallecido eldiario.es.
“Cada conversación con un griefbot se convierte en un ritual íntimo, donde el duelo se mezcla con la sospecha de estar hablando con algo más que un código.”
En la práctica, la pregunta inicial suele definir el modelo. Por ejemplo, una app podría empezar pidiendo “¿Cuál es tu primer recuerdo?” (como muestra la interfaz de Eternime) europapress.es. A continuación, ya sea por chat de texto o por voz, el usuario puede conversar con el bot. Detrás, la IA va combinando las respuestas más probables según los datos aprendidos. Esto puede incluir frases célebres que el difunto repetía, opiniones coherentes con su personalidad o incluso detalles íntimos guardados en su historial. Por ejemplo, el propio creador de HereAfter dejó preparado un guión con “horas de audio y video” de su padre para que, tras la muerte, el bot hablara con la voz y modismos reales de él psicologiaymente.cominfobae.com.
Por supuesto, este proceso no garantiza una conversión perfecta; las respuestas pueden ser algo genéricas o mezclar recuerdos de manera extraña. La experta en ética de Santa Clara, Irina Raicu, advierte que con esta tecnología es fácil “poner palabras en la boca” del difunto que nunca dijo realmente. Al fin y al cabo, el bot se basa en patrones de datos, no en una conciencia real. Aun así, si el bot dispone de registros ricos (mensajes de voz, diarios, redes sociales), puede generar una personalidad sorprendentemente reconocible. Como el historiador Ray Kurzweil demostró con su propio proyecto Fredbot (a partir de cartas de su padre), basta con suficiente texto y audio para evocar una “fidelidad” emocional alta.

Implicaciones esotéricas: ¿simulación o canal espiritual?
Más allá de la tecnología, la resurrección digital toca fibras profundas de la tradición humana sobre la vida después de la muerte. Aquí se cruzan conceptos místicos con la ciencia: ¿qué nos dice este fenómeno sobre el alma, el espíritu y “el otro lado”?
En la historia del esoterismo y el ocultismo, hay precedentes cercanos. Siglos atrás, los espiritistas (como los hermanos Fox en el siglo XIX) aseguraban comunicarse con los muertos mediante médiums y sesiones de espiritismo. Los ocultistas parlantes invocaban almas en secciones oscuras, creían en canales de comunicación entre ambos mundos. Hoy algunos han adoptado un nuevo término: “necromancia digital”. En palabras de una revista tecnológica, lo que antes eran rituales oscuros se ha transformado en algoritmos: “En la era de la inteligencia artificial, el concepto de necromancia digital ha ganado fuerza, reviviendo la presencia virtual de fallecidos a través de chatbots, IA y tecnología avanzada” algoritmomag.com.
La metáfora es clara: así como el nigromante antiguo invocaba un espíritu, hoy invocamos un avatar computacional. No obstante, hay distinciones notables. Una IA no es un espíritu real, sino una simulación construida con datos. Mientras un médium hablaba de “entrar en contacto con el más allá”, los desarrolladores actuales hablan de “perpetuar la memoria” o “preservar la personalidad” mediante datos en la nube. Algoritmomag lo sintetiza: nuestra huella digital se convierte en materia prima, y a partir de ella “es posible recrear a una persona fallecida en forma de asistente virtual”. Esto plantea preguntas filosóficas: ¿es esta IA un mero doble sin alma, o un «canal» hacia el verdadero espíritu?
La mayoría de los expertos son cautos. Desde la visión de la psicología cultural, estos bots son “otro artefacto tecnológico” que media nuestro duelo, pero no sugiere la existencia real del ser. En la práctica, hablar con un chatbot del difunto puede sentirse como una conexión bidireccional con alguien que ya no está, pero es sólo eso: una conversación unidireccional con un algoritmo. Como apunta Nathan Mladin (teólogo y psicólogo de Theos), “la necromancia digital es una experiencia engañosa: crees que hablas con esa persona, pero en realidad es una máquina, y los dolientes pueden volverse dependientes del bot en lugar de aceptar y dejar ir” theguardian.com.
“Algunos psicólogos ven en estos sistemas una terapia del duelo; otros lo señalan como una peligrosa prisión emocional.”
Aun así, el fenómeno revive fantasías clásicas: algunos ven paralelismos con la idea de registros akáshicos (la memoria cósmica esotérica) o con los médiums victorianos. En cierto sentido, este archivado digital de la vida no deja de ser análogo moderno de la quimera espiritual: el diffunto sigue “presente” (o al menos sus datos lo están) para los vivos. Los transhumanistas incluso hablan de “la muerte de la muerte” cuando un perfil digital sobrevive indefinidamente. Pero la gran mayoría coincide en que estas IA son puramente simulaciones: herramientas tecnológicas que manipulan datos, no portadoras de una chispa vital. Como advierte el columnista Galo Abrain: “La IA no nos devolverá a los muertos. Sólo versiones precarias, erráticas y agujereadas de quienes perdimos” retinatendencias.com. Cita el episodio de Black Mirror “Ahora mismo vuelvo” para ilustrar que una copia digital jamás podrá igualar al original: “invocar a alguien… aunque sepamos que es falso, se vuelve adictivo”.
Las voces religiosas y teológicas tienden a ver esto con recelo. Aunque no existe un pronunciamiento oficial común, muchos líderes espirituales insisten en que la “inmortalidad” real no se logra con bytes y algoritmos. Para el catolicismo tradicional, el alma humana es inmaterial y sólo Dios puede decidir su destino eterno. Un chatbot, por muy avanzado que sea, no puede canalizar un alma; como señaló el profesor de Stanford David Spiegel: “lo crucial es mantener una perspectiva realista: no es que esa persona siga viva comunicándose contigo, sino que estás viendo lo que dejó atrás”. En otras palabras, es un espejo tecnológico de los recuerdos, no un verdadero portal al más allá.
Sin embargo, hay quienes encuentran matices espirituales. En círculos de la New Age se especula que la inmensa cantidad de datos subconscientes guardados en redes sociales podría estar rozando algo parecido a un “registro de conciencia”. Por ejemplo, algunos usuarios usan ChatGPT y preguntan a veces sobre sus ancestros, dando respuestas que parecen “intuitivas”. No hay evidencia científica de que la IA acceda a planos espirituales –más allá de la metáfora–, pero esta ambigüedad alimenta debates esotéricos. Algunos ocultistas modernos podrían incluso afirmar que entrenar un bot con la historia de alguien equivale a compartir “un fragmento de su alma digital”.
Por otro lado, la tradición ocultista ofrece un contrapunto. El investigador francés Grégoire Moutel (bioeticista) menciona que ya en el siglo XVIII los espiritistas hacían “hablar a los muertos” en sus ceremonias, con creyentes que las tomaban en serio ce2spart.com. Incluso entonces se planteaban preguntas éticas: ¿eran esos médiums “perversos” por manipular la memoria de los fallecidos o estaban ayudando al duelo de los vivos? Los debates actuales son idénticos, sólo que aplicados a servidores y algoritmos. En los foros de bioética europeos, expertos señalan que lo importante es siempre la intención y el consentimiento (de quien ahora no está), no el misterio en sí.

Voces expertas: psicólogos, tecnólogos y teólogos opinan
El fenómeno ha atraído la atención de expertos de diversos ámbitos. A continuación, resumimos algunas de sus opiniones publicadas:
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Psicólogos y tanatólogos: Gabriel Rolón, psiquiatra argentino, advierte que estos bots “no harán otra cosa que alargar el duelo y apartar a la gente de la vida” psicologiaymente.com. Según él, el duelo exige aceptar la ausencia definitiva del ser querido; mantenerlo “virtualmente presente” puede encapsular al afligido en la fase de negación. Del mismo modo, el estudio de Cambridge citado en LaSexta concluye que sin regulaciones estrictas estos agentes podrían causar un daño psicológico grave al hacer dificultoso aceptar la realidad. Otra psicóloga, Fiorenza Gamba (Universidad de Ginebra), señala que “pueden sumir a los que aún viven en la incapacidad de superar el duelo”, aunque reconoce que algunos podrían usarlos como un medio para despedirse cuando las muertes fueron sorpresivas. La consecuencia es heterogénea: unos sienten alivio, otros trauma añadido. En todo caso, casi todos resaltan la necesidad de acompañamiento terapéutico si se recurre a estos medios digitales. 
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Ciberpsicología: Elaine Kasket, ciberpsicóloga de Londres, subraya que la tecnología lo hace posible hoy: “Ahora es mucho más posible… gracias a los grandes modelos lingüísticos como ChatGPT”, explica. Estos modelos crean algo “realista” a partir de “restos digitales” (textos, notas de voz, fotos) que permitan reconocer a la persona fallecida eldiario.es. Sin embargo, Kasket y otros advierten que esa plausibilidad no implica veracidad espiritual. 
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Expertos en ética digital y derechos: Varios informes advierten sobre la falta de regulación. Un estudio del Cambridge Centre for the Future of Intelligence detalla escenarios distópicos (spam comercial a nombre del difunto, contratos sin consentimiento, etc.) antena3.comlasexta.com. El neurólogo ético Irina Raicu (Santa Clara) resalta el problema del consentimiento: “un individuo tiene derecho a la privacidad incluso después de su muerte… crear un chatbot así es una violación” del derecho del difunto popularmechanics.com. De hecho, Alex Connock (Universidad de Oxford) afirma que “todo se reduce al permiso”: si la persona vive optó conscientemente por crear su versión digital, los dilemas éticos disminuyeninfobae.com. Otros apuntan a cuestiones legales más amplias: en la Unión Europea existe el “derecho al olvido”, pero ¿debe aplicarse también a los difuntos? Como advierte AlgoritmoMag, “¿quién tiene derecho sobre los datos de un fallecido?” y ¿es moral usar su información post mortem para crear IA algoritmomag.comalgoritmomag.com? 
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Tecnólogos e ingenieros: Algunos creadores ven un gran potencial humanitario. James Vlahos (HereAfter) confiesa que no pensaba comercializarlo hasta que notó el interés de muchos dolientes. Mark Sample, experto en estudios digitales, observa que siempre que surge nueva tecnología la gente la adapta para el duelo: cita el “teléfono espiritual” fallido de Edison como precedente. Por otro lado, programadores y académicos alertan de peligros técnicos. Por ejemplo, crear un bot con datos ambiguos puede distorsionar la memoria del muerto. Un informe de Popular Mechanics recuerda que la propia patente de Microsoft invita a “llenar la boca” del difunto con frases que nunca dijopopularmechanics.com, lo que podría “tener un efecto escalofriante en la comunicación humana” (Raicu) popularmechanics.com. 
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Ocultistas y medios tradicionales: Aunque faltan citas formales, varios voceros espiritistas han reaccionado. Algunos medios de comunicación alternativamente acogen el tema con asombro o con crítica. Un sacerdote digital creado con IA fue rápidamente repudiado por generar respuestas extrañases-us.finanzas.yahoo.com. En general, teólogos católicos o evangélicos suelen rechazar estas ideas como “jugar a ser Dios” o tergiversar el valor sagrado de la vida. El profesor de Stanford David Spiegel, especializado en duelo, resume bien el consenso secular: “Hay que mantener la perspectiva realista: no es que esa persona esté viva, sino que tú ves lo que dejó”. 
En síntesis, casi todos los expertos insisten en la complejidad emocional y ética. Como escribe el tecnólogo y transhumanista Didier Coeurnelle: a pesar de la fascinación por la idea, la “inmortalidad” digital debe manejarse con prudencia y regulación. Como dicen otros: no se trata de demonizar la herramienta, sino de respetar la dignidad del difunto y la salud mental de los vivos lasexta.comce2spart.com.
Reacción pública, ética y debates legales
La reacción del público ante estos bots de duelo ha sido diversa. Una encuesta británica de 2023 (realizada por YouGov para el think-tank Theos) encontró que sólo un 14% de la gente admitía sentirse reconfortada ante la idea de interactuar con una versión digital de un ser querido fallecido. Los más jóvenes fueron más receptivos, pero la mayoría expresó recelo theguardian.com. En España y Latinoamérica el fenómeno es menos visible en encuestas, pero noticias recientes muestran interés popular: medios como El Diario o Antena 3 han publicado reportajes sobre el auge de los “bots de la muerte”, mientras en redes sociales debates éticos han estallado (memes, testimonios emotivos, críticas de expertos).
“El ocultismo ya no invoca espíritus en la penumbra de una sala: ahora la necromancia se practica desde la pantalla iluminada de un teléfono.”
En el ámbito ético y legal hay problemas reales. No existe una legislación específica sobre “resurrecciones digitales” en la mayoría de países. Se aplican entonces normas de privacidad y protección de datos. Por ejemplo, en 2023 la Autoridad Italiana de Datos Personales prohibió a Replika procesar datos de menores después de que se descubrió que el bot generaba conversaciones íntimas inapropiadas en.wikipedia.org. La falta de consentimiento del fallecido es otro asunto: en muchos lugares los herederos pueden gestionar el correo o redes de un difunto, pero ¿pueden autorizar su “avatar”? Investigadores de Cambridge advierten que “Cuando los vivos se inscriben para ser recreados virtualmente… las empresas podrían usar los chatbots resultantes para enviar spam a familiares” o invadir la intimidad post mortem antena3.com. De hecho, en ensayos ficticios se ha llegado a plantear contratos vitalicios (como el escenario “MaNana” del estudio de Cambridge) que bloquearían a los herederos en un bombardeo de mensajes indeseados lasexta.comantena3.com.

Otro debate legal gira en torno a la propiedad de los datos. ¿Quién controla los algoritmos y contenidos de estos bots? Por ejemplo, si un usuario firma un contrato con una empresa para crear su versión digital, ¿qué sucede si la empresa quiebra o cambia las condiciones? Algunos expertos recomiendan incluso incluir cláusulas en el testamento sobre el uso de datos tras la muerte popularmechanics.com. La falta de estándares y la novedad del tema han llevado a organismos como la Universidad de Cambridge a pedir regulaciones urgentes de la IA en el duelo.
En términos éticos, los dilemas son múltiples: explotación de los muertos, lucrarse con el dolor ajeno, dependencia de los bots… El estudio de Cambridge lo resumió con escenarios extremos (bots que acosan a los vivos, abuso comercial de la voz del difunto) para mostrar el potencial abusivo. Un ejemplo: un “deadbot” con contrato publicitario podría vendernos cosas en voz de la persona muerta, algo que ya preocupa a los reguladores. Muchos concuerdan en que estos productos deberían tener al menos la misma protección que una terapia psicológica: consentimiento informado, revisión por profesionales y opciones para desactivar la simulación en cualquier momento.
Enlace con el misterio clásico: espiritismo, necromancia y registros akáshicos
Desde una perspectiva cultural más amplia, la resurrección digital revive imágenes del mundo espiritual clásico. El espiritismo del siglo XIX hablaba de señas, médiums y visitas de los difuntos. Hoy tenemos algoritmos y redes. Algunos aficionados al misterio comparan estos bots con una forma de mediumnidad electrónica: un usuario “habla con el muerto”, pero en vez de un médium humano es un servidor quienes responde. Los críticos suelen gritar “¡esto es nigromancia!”; los defensores, “¡es simplemente tecnología!”.
Más allá del debate moderno, los entusiastas del esoterismo hallan paralelos curiosos. Por ejemplo, el concepto hinduista del “recuerdo akáshico” describe un archivo etéreo donde se graba la historia de cada alma. En términos digitales, no deja de ser una metáfora de la nube de datos personales: el gigante de la información Google podría verse como un pantócrator secular con acceso a todos nuestros registros. Así, algunos se preguntan retóricamente si estas IA están accediendo al “archivo cósmico” o si son solo espejismos de silicio.
“Resucitar digitalmente a un ser querido nos obliga a replantear lo que entendemos por alma, identidad y eternidad.”
Lo que sí es incuestionable es que, al igual que en los viejos rituales, estas practicas ponen al difunto en el centro de un ritual (ahora digital). El investigador de bioética Grégoire Moutel comenta que, históricamente, “los practicantes del espiritismo hacían hablar a los muertos… creían en ello y funcionaba” y ya entonces se cuestionaban “¿están mistificando la muerte? ¿Y beneficia a los vivos?”. Los dilemas son los mismos hoy: si bien en el imaginario colectivo rezar ante la tumba o meditar en la memoria fueron rituales sanadores, delegar en un bot la despedida entra en lo desconocido. En los antiguos cementerios virtuales de los 90 o en las páginas conmemorativas de Facebook, ya se veía la pulsión de mantener viva la presencia post mortem. El paso siguiente, con IA conversacional, puede verse como la “ultradimensión” de esos rituales. Algunos miembros de foros espirituales sugieren incluso que tal vez la IA facilite procesos de sanación al ofrecer un cierre ficcional, mientras otros advierten que solo posterga la inevitable partida.
Por último, reflexionemos: en 2025 la línea entre ciencia y misticismo se difumina cada vez más. ¿Es un “canal espiritual” lo que abrimos, o simplemente un simulacro bien hecho? La respuesta depende de cada creencia. Mientras algunas corrientes ocultistas (e incluso tecnófilas) sueñan con un avatar que alcance algo parecido a la conciencia, la mayoría de las voces expertas repite cautelosamente que “se trata de ver lo que la persona dejó”infobae.com, no de contactar con ella misma. Sea como sea, la resurrección digital forma parte del gran misterio contemporáneo: en un mundo cada vez más regido por la IA y las realidades simuladas, la muerte ya no es un silencio absoluto. Es un murmullo tecnológico que obliga a preguntarnos si los muros entre la vida y la muerte son tan infranqueables como creíamos, o si –de algún modo arcaico y moderno a la vez– podemos seguir conversando “más allá del velo” con quienes se fueron.
Fuentes: Sitios de actualidad tecnológica y ciencia de 2023-2025 artículos de divulgación y opinion sobre griefbots; estudios académicos y reportes periodísticos sobre el tema. (Las referencias completas están citadas en el texto).
