Cuando George Orwell recomendó matar un fascista por día… estaba pensando en España.
Todos, o casi todos los involucrados – por amor, devoción, vocación o interés intelectual – en el aprendizaje de la geopolítica fundamentada en la conspiración, conocemos a George Orwell por sus grandes y maravillosas obras tales como “Rebelión en la Granja” o “1984”.
Después de todo, la primera nos dio frases tan maravillosas como “Todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros” y, la segunda, nos introdujo al concepto de “Gran Hermano” que cuida de nosotros, y entregar nuestra libertad a cambio de una supuesta seguridad.
¿Sabéis una cosa? Los que estudiamos la psique humana sospechamos que no es casualidad que se den esos dos libros de texto a temprana edad en las escuelas, como por ejemplo los institutos. Es sabido que cuando accedes a un libro a destiempo, es una oportunidad desperdiciada. Lo mismo pasa con “El Quijote”, y lo mismo pasa con “El Principito”. Propuestos a deshora, para que enciendan la desidia en la mente joven, y muchos nunca jamás los retomen otra vez, y pierdan la oportunidad de aprender de ellos como debieran.
George Orwell tiene un libro que muchas veces es pasado por alto. “Homenaje a Cataluña”, es su título y, si lo lees, entenderás mucho de quien es y quien no fue Orwell. Verás, George nunca fue tanto un socialista, como un anti-fascista.
Hoy en día, que tanto se ha vuelto a hablar de la Tercera España como aquella gran mayoría de españoles que no quería ni a los comunistas ni a los fascistas, Orwell nos recuerda, hace ya más de 80 años, que cuando el fascismo esta alrededor nuestro, el deber de los hombres es combatirlo.
El libro se comenzó a forjar cuando el escritor inglés dejo su hogar para unirse a lucha de los españoles contra los insurrectos y golpistas generales fascistas en 1936.
“En esta guerra, todos hacían lo posible por errar los disparos, siempre que fuera humanamente posible”
Contraria a la opinión que hoy en día se ha normalizado en España, el escritor ya deja claro en 1936 que el mundo veía la lucha de España como un combate del fascismo contra la democracia y al poco de llegar a Barcelona se suma al bando republicano.
Sus primeras páginas reflejan el ambiente proletario y comunista que el encontró en la Barcelona del 36 y se plantea y elucubra que ha tomado la decisión correcta al elegir el bando republicano.
Cuando se adhiere a las milicias P.O.U.M.(Partido Obrero de Unificación Marxista) el periodista alucina viendo un sistema de mando horizontal, no vertical, además de la poca experiencia en combate que tienen los milicianos.
Los siguientes escritos describen a la perfección un aspecto poco reiterado de la guerra civil. Que era una guerra de aburrimiento, de ver quien tenía más paciencia para ver como el contrincante se rendía, o bien de aburrimiento o bien por de desesperación.
Orwell medita como las escaramuzas son cosas muy escasas, pasándose la mayor parte de su tiempo en las milicias recolectando leña, o víveres para su grupo.
Cinco meses después, Orwell recibe un permiso para volver a Barcelona, y esta vez se sorprende al ver como, aquella ciudad ideal de resistentes “partisanos”, se ha convertido en un antro de pobreza y miseria, y en donde las diferencias entre las clases acomodadas y la pobreza general se había agudizado mucho más.
Recordad esto cuando después leáis “Rebelión en la granja”.
Y lo que es más descorazonador para el idealista periodista: los grupos de izquierda comienzan a pelear entre ellos por luchas de poder, particularmente con el partido comunista.
Mientras más vuelve al frente, más recuerdos agridulces acumula. Una infección en una mano le lleva al hospital donde los empleados le roban muchas de sus pertenencias. Cuando vuelve al frente, se involucra en una lucha contra los sublevados fascistas, y acabó persiguiendo a un nacional con una bayoneta, si bien, más tarde, destruye un nido de fusileros a golpe de granadas de mano.
“Tengo muchas recuerdos horrendos de España, pero pocas malas memorias de los Españoles”
Orwell era alto. Media casi dos metros, uno con ochenta y ocho para ser exactos. Era fácil distinguirlo entre los flacos y famélicos españoles. Quizás por eso una bala de un franco tirador le acertó en la garganta, y lo mandó a urgencias. La bala falló por milímetros de perforarle la arteria al insigne escritor. Imaginaos, ¡la de libros y referencias sociales que un fascista despistado casi nos sustrae al mundo!
Pero tras un día de ajetreado viaje, lo dejan en un hospital de campaña en Lleida, donde se recupera. El disparo fue tan limpio que se cauterizo el solo.
El ambiente está caldeado y aún más tenso en Barcelona, cuando Orwell recibe su baja y es trasladado allí. El partido comunista sigue insistiendo en hacer ver al P.O.U.M. como un partidos fascista.
Ahí sus escritos reflejan las desavenencias y desunión de los partidos de izquierdas a la perfección, y como fueron una pieza importante para perder la guerra civil.
Su mujer vino a visitarle desde Inglaterra, y justo a tiempo, porque en Barcelona comenzaba a perseguir y encarcelar a allegados al P.O.U.M.
“Fascista, debiera ser equivalente a Necrófilo, a Pederasta, a Caníbal.”
Orwell y su mujer Eileen, tomaron un tren a Francia, y desde allí un barco de regreso a Inglaterra. Era 1938, y Barcelona, en vez de ofrecer un frente unido contra los sublevados, el Tribunal de Espionaje y Alta Traición de Valencia imputa a Orwell por “rabioso Trotskysmo” y por ser agente del P.O.U.M. y, en su ausencia, es declarado culpable.
Desde Inglaterra, Orwell comienza a ordenar las notas del libro que pronto verá la luz con el título de “Homenaje a Cataluña”. Es cierto que en entrevistas posteriores, George Orwell se declararía abiertamente socialista, pero su obra nos y su vida en particular nos muestra una persona que quizás quiso contestar de manera concisa una pregunta compleja. Sin embargo, la respuesta corta era “soy socialista”.
Pero la respuesta más larga, quizás seria: “Soy un hombre que lucha contra la injusticia donde la ve. Es más fácil que me veáis como socialista.”
La obra completa de “Homenaje a Cataluña” está repleta de frases célebres, escondidas entre las introspecciones de un cuaderno de campo realista, salvaje, carente de esperanza:
- “En esta guerra, todos hacían lo posible por errar los disparos, siempre que fuera humanamente posible”
- “Toda la propaganda de guerra, los gritos, las mentiras, el odio, provienen invariablemente de personas que nunca van a ir a luchar”
- “Tengo muchas recuerdos horrendos de España, pero pocas malas memorias de los Españoles”
- “Creo que prefiero ser un Extranjero en España, antes que cualquier otro país. Qué fácil es hacer amigos en España”
- “A medida que pasaba el tiempo, los comunistas y el POUM escribían cosas más horribles unos del otro, que de los fascistas”
En el mundo actual, los que analizamos la geopolítica, nos sorprendemos de oír como el término “Fascista” es constantemente mal usado, con una constancia tal que ha llegado a perder su efecto. Oímos a conocidos que lo usan para referirse a medidas poco populares, y a veces incluso preceden sus frases diciendo cosas como “Bueno, pues podéis llamarme facha si queréis, pero yo pienso que….”
Fascista, debiera ser equivalente a Necrófilo, a Pederasta, a Caníbal. Fascista, dado su ejemplo histórico de la segunda guerra mundial, debiera ser solo aplicado a alguno que cree que exterminar judíos (o cualquier otra raza y etnia considerada inferior) es no solo aceptable, sino deseable.
Nadie debiera contribuir a la normalización del fascismo. En el capitulo cinco del libro “Homenaje a Cataluña”, Orwell lo dice tremendamente claro.
“When I joined the militia I had promised myself to kill one Fascist — after all, if each of us killed one they would soon be extinct”
Cuando ingrese en la milicia me prometí a mismo que iba a matar al menos a un fascista – después de todo, si cada uno de nosotros matásemos a uno de ellos, se extinguirían bien rápido.
Orwell no era simplemente un socialista. Orwell, como dije antes, era un hombre que buscaba sistemas de menor desigualdad entre los hombres, que quería mayor justicia social, que se había comprometido intelectualmente con encontrar un mundo mejor.
Quizás, en 1945, él encontraba esa medida en el socialismo pero, como un ser que anhelaba justicia, escribió “rebelión en la granja” que es considerado como el gran libro “Anticomunista” del siglo XX. Pensad un poco en ello.
El socialista, que muchos consideran autor del mejor libro anti-totalitarista… el hombre que critica el comunismo… entiende que no hay nada de malo en eliminar de la faz de la tierra a una persona que se profesa afín al fascismo.
Piénsalo, la próxima vez que vayas a decir “Pues a mí me podéis tildar de facha, pero yo pienso…”
Piénsalo porque probablemente vas a decir una imbecilidad.
Gerald Dean, es el seudónimo del autor afincado en Dallas (EE.UU.). Es director del programa “Clave45”, espacio que se caracteriza por la investigación rigurosa y bien documentada, de hechos históricos que, en muchas ocasiones, pudieron tratarse de conspiraciones orquestadas en las sombras. También aborda el mundo del misterio, casos forteanos especialmente, contando con importantes colaboradores nacionales e internacionales. En esta web, podrás encontrar más artículos de este meticuloso autor.
Fuentes: ABC, Wikipedia, publico.es, BBC news.