El Misterio Secuestrado: De la Edad de Oro a los Anormales del Like
«Una linterna temblorosa, una casa en ruinas y un grito mal actuado: no, no es una película de serie B… es otro canal de ‘misterio’ en YouTube. Esta semana en ‘YouTube para-anormales’ desmontamos los sustos prefabricados, las psicofonías con acento de Cuenca y a esos exploradores del más allá que solo encuentran likes. Si crees que lo paranormal merece respeto, este episodio es para ti. Si eres uno de ellos… también.»
Cuando el misterio era respeto y conocimiento
Hubo una época en la que hablar de misterio no era sinónimo de luces parpadeantes, susurros en pasillos vacíos ni sustos de manual en casas abandonadas. No. Era una conversación seria —aunque apasionada— sobre lo desconocido. Una búsqueda honesta de respuestas, que no se rendía ante el primer ruido raro grabado en estéreo.
Antes del clickbait, del postureo paranormal y de los vídeos editados con efectos de feria, hubo pioneros que trataron estos temas con la dignidad que merecían.

Los arquitectos de una época dorada
Fue en los años 70 y 80 cuando todo empezó a tomar forma. Una primera generación de investigadores y divulgadores sentó las bases del género en nuestro país con rigor, pasión y, sobre todo, respeto por el oyente.
Nombres como Fernando Jiménez del Oso, con su programa Más Allá, o Antonio José Alés, desde Medianoche en la SER, crearon una atmósfera única en la que el misterio no era espectáculo, sino conocimiento en estado puro.
“Antes del clickbait y el postureo paranormal, hubo pioneros que trataron estos temas con dignidad.”
A su alrededor orbitaban figuras como Antonio Ribera, decano de la ufología española; Salvador Freixedo, exjesuita con teorías provocadoras que sacudían la ortodoxia; Andreas Faber-Kaiser, con sus conexiones entre dioses antiguos, extraterrestres y ovnis; Germán de Argumosa, que intentó abrir las puertas al estudio de lo paranormal desde una óptica académica; y J.J. Benítez, que aún hoy sigue dando guerra con su mezcla de periodismo y ficción, narrada con poderosa pluma.
Ellos fueron los arquitectos de una época dorada. Hablaban de lo extraño sin caer en lo ridículo. Creían, dudaban, investigaban y divulgaban en espacios que no trataban al oyente como a un crédulo, sino como a un curioso inteligente. Y todo, sin necesidad de hacer saltar del susto al espectador.
Los puentes generacionales que mantuvieron la llama
Después llegaron los que hicieron de puente entre generaciones: Miguel Blanco, manteniendo viva la llama desde Espacio en Blanco; y Juan Antonio Cebrián, que con La Rosa de los Vientos elevó el género al mezclar misterio, historia y cultura con una calidad radiofónica de otra liga. Sin espectáculo. Sin necesidad de sobreactuar.

La segunda generación: renovación sin traición
Años después, en los 90, emergió una segunda generación que renovó el panorama sin traicionar sus raíces.
Manuel Carballal, metido hasta el cuello desde los 80, llevó el escepticismo y el método a la investigación del misterio, combinando sus conocimientos en criminología e ilusionismo para llegar a la verdad, pesara a quien pesara. Fundó El Ojo Crítico, un fanzine gratuito que aún hoy sigue dando lecciones de rigor.
“Creían, dudaban, investigaban y divulgaban… sin tratar al oyente como a un crédulo.”
Javier Sierra, escritor, divulgador y eventual ganador del Premio Planeta, aportó al género una visión literaria, culta e internacional.
Bruno Cardeñosa, con una larga trayectoria en radio, tomaría más tarde el testigo de Cebrián en La Rosa de los Vientos, manteniendo su legado vivo.
Y otros como Santi Camacho e Iker Jiménez, que a finales de los 90 revolucionaron la forma de contar estos enigmas y marcaron una nueva etapa que años después llevaría el misterio a las masas.

El circo mediático: la herida abierta de los 90
Pero con los 90 también llegaron las televisiones privadas y, con ellas, la guerra por las audiencias… y el circo mediático.
En programas de prime time como Esta noche cruzamos el Mississippi de Pepe Navarro o Crónicas Marcianas de Javier Sardà, descubrieron que hablar de ovnis, fantasmas y conspiraciones daba audiencia. Así que nos ofrecían el cebo de la ufología o la parapsicología, para luego darnos el garrotazo con sensacionalismo amarillista que flaco favor hacía al mundo del misterio.
“La televisión de los 90 convirtió el misterio en espectáculo y lo redujo a cenizas… El misterio fue arrastrado al barro, mezclado con lo ridículo y lo directamente inventado.”
Te traían a Manuel Carballal con sus opiniones bien fundadas, haciéndote creer que la cosa iba en serio, y de repente lo sentaban junto al Padre Apeles, uno de los esperpentos más grandes de la televisión noventera.
El resultado: tertulias de gritos, collejas en directo y el prestigio del misterio reducido a cenizas. En espacios donde, entre chanzas y descalificaciones, la ufología y la parapsicología eran prostituidas con supuestos contactados de lo más pintoresco como El Penumbra y Carlos Jesús, o videntes de saldo como Paco Porras.

El último reducto: la radio como resistencia
Las cadenas privadas buscaban audiencia a toda costa, y los fenómenos paranormales se convirtieron en un espectáculo más. Todo se mezcló: lo serio, lo ridículo y lo directamente inventado. La palabra “misterio” empezó a oler a tomadura de pelo. Todo fue a parar al mismo saco: el de los freaks de circo y los magufos.
En aquella década, solo unos pocos espacios resistieron: Espacio en Blanco, La Rosa de los Vientos… oasis en un desierto de sensacionalismo. Mientras en televisión el misterio se desangraba, la radio conservaba algo del espíritu original.
El renacer del misterio en el nuevo milenio
Y entonces llegó el nuevo milenio, y con él, un nuevo resurgir.
En radio, Iker Jiménez y Carmen Porter devolvieron el respeto al género desde Milenio 3, combinando investigación, narración y un tono que recuperó la credibilidad perdida.
“Cuarto Milenio devolvió el misterio a la televisión con respeto, seriedad y narrativa cuidada.”
En televisión, Cuarto Milenio (Cuatro, 2005) se convirtió en un referente. Debate serio, expertos de verdad, y una puesta en escena cuidada que no necesitaba payasadas para atrapar al espectador. Una evolución natural de lo que antes hizo Jiménez del Oso, pero con nuevos medios y una visión más plural.
El misterio vuelve a ser cultura popular
Revistas especializadas como Enigmas y Año Cero continuaron su camino.
Javier Sierra consolidó su prestigio, publicando novelas y ensayos que cruzaban fronteras.
Manuel Carballal siguió desde El Ojo Crítico su labor de separar ciencia de superchería con bisturí quirúrgico.
“El nuevo milenio trajo una segunda edad de oro… justo antes del colapso digital.”
Durante esta etapa, se fomentó el diálogo: creyentes, escépticos y científicos compartían micrófonos y páginas. Lo que enriqueció el debate y permitió recuperar la credibilidad que se perdió en los 90. El misterio dejó de ser un gueto y se convirtió en una parte respetada de la cultura popular en nuestro país.
La llegada de internet permitió la difusión de contenidos con más rapidez y diversidad. Blogs, podcasts y radios online especializadas como EDENEX dieron voz a nuevas generaciones, manteniendo viva la pasión por el misterio. Sumergiéndolo en lo que podríamos llamar una segunda edad de oro.
El ciclo se repite: la banalización digital
Pero este mundo parece ser un ciclo que se repite.
Tras el éxito y el reconocimiento alcanzado, se ciernen nuevas sombras que amenazan con dilapidar, una vez más, todo lo construido.
“Likes, visualizaciones y contenido falso: la tormenta perfecta del misterio de cartón piedra.”
Desde el país de los realities guionizados como el Wrestling, los programas de subastas de trasteros, casas de empeños y demás “productos” que no engañan a nadie con dos dedos de frente… también nos llegaron Ghost Hunters (2004) y sus derivados.

De la exploración al “susto para TikTok”
Fueron pioneros en popularizar el formato de equipos que van a lugares “encantados” con tecnología especializada: cámaras térmicas, grabadoras EVP y un estilo casi documental. Una fórmula llamativa que atrajo a un nuevo público.
Pero también abrió la puerta a una oleada de «investigadores» amateur que, con una cámara en mano y muchas ganas de asustarse a sí mismos, empezaron a colonizar YouTube.
Inspirados en estos realities americanos, comenzaron a proliferar canales donde grupos de “exploradores” visitan casas abandonadas con linternas parpadeantes y una asombrosa facilidad para encontrar fantasmas.
Tecnología vistosa, mucho susto fingido y pocas explicaciones. Una fórmula repetida hasta la náusea.
¿Lo peor? Su éxito. Likes, visualizaciones y, con ellos, una avalancha de contenido sensacionalista, manipulador y, en muchos casos, directamente falso.
De nuevo, el misterio reducido a mercancía
Cualquiera con una grabadora y algo de morro podía autoproclamarse “investigador paranormal”.
¿Rigor? ¿Contraste? ¿Escepticismo? Ni están ni se les espera.
“El misterio volvió a convertirse en espectáculo. Esta vez, en formato digital… “Cualquiera con una grabadora y algo de morro puede autoproclamarse investigador paranormal.”
El misterio volvió a convertirse en espectáculo. Esta vez, en formato digital. Como en los 90, pero con filtros de Instagram.
Y lo que era una oportunidad se convirtió en epidemia.
Equipos autodenominados “cazadores de fantasmas” se meten en casas abandonadas, fingen psicofonías, editan sustos, venden cada sombra como si acabaran de descubrir el más allá. Copias baratas de realities vacíos, una plaga digital donde el misterio es solo excusa para generar suscriptores.
Fabrican pruebas, ignoran las explicaciones lógicas, manipulan resultados… todo por el ansiado “like”.
Y lo más grave: arrastran al barro todo lo que una vez tanto costó levantar.
YouTube para-anormales: una respuesta necesaria
Por eso, Churritos Paranormales lanza esta serie: YouTube para-anormales.
Para señalar sin miedo a los farsantes.
Para desmontar sus trucos de feria.
Para recordar que el misterio no necesita gritos, efectos ni trampas.
Para denunciar las mentiras disfrazadas de misterio.
“Para señalar sin miedo a los farsantes. Para desmontar sus trucos de feria… Creer no es lo mismo que tragar.”
Para apuntar directamente a quienes engañan, manipulan y convierten lo desconocido en una feria de cartón piedra, aprovechando las redes sociales en busca de notoriedad.
Y para defender —con sarcasmo, si hace falta— que creer no es lo mismo que tragar.
Por «Raulillo», director del programa «La Taberna de Crowley».